Aquel corazón se acercó de la forma más linda y más sencilla: sin avisar.
Tan solo un instante de mi vida, un rayo de luz de un atardecer en el campo, un acorde de guitarra pintada de zambas, una caricia del viento en los cerros. Único y eterno, pequeño y dulce. Un segundo en donde el mundo se paró por un momento, donde los sonidos y los sabores acompañaban perfectamente.
La suavidad de aquellos labios me derramaron un suspiro eterno y las ganas de quedarme ahí eran para siempre.
Algo me recorre, creo haber escuchado su nombre al pasar y haberlo sentido alguna vez. Nace entre cantos, risas y miradas. Ante todo miradas que no mienten, que se buscan y empujan al destino. Se acercan más y más hasta que ya no son los ojos quienes miran, sino los corazones quienes se contemplan en silencio. Uno al otro. Convirtiendo instantes mínimos en eternos e inmortales.
Tan solo un instante de mi vida, un rayo de luz de un atardecer en el campo, un acorde de guitarra pintada de zambas, una caricia del viento en los cerros. Único y eterno, pequeño y dulce. Un segundo en donde el mundo se paró por un momento, donde los sonidos y los sabores acompañaban perfectamente.
La suavidad de aquellos labios me derramaron un suspiro eterno y las ganas de quedarme ahí eran para siempre.
Algo me recorre, creo haber escuchado su nombre al pasar y haberlo sentido alguna vez. Nace entre cantos, risas y miradas. Ante todo miradas que no mienten, que se buscan y empujan al destino. Se acercan más y más hasta que ya no son los ojos quienes miran, sino los corazones quienes se contemplan en silencio. Uno al otro. Convirtiendo instantes mínimos en eternos e inmortales.