miércoles, 23 de julio de 2008

allá vas.



Dijo apenas algunas palabras y me miró. Pronuncié otras, mentí y lo miré.
Agaché la mirada y me callé, dejé que su voz me acaricie los oídos

intentando no interpretar lo que decían sus labios. Me miró, lo miré.
Ninguno pronunció palabra y una brisa enmudeció el momento.

Pausa.

Busqué el rincón más oscuro. Dejé caer gotas de llanto
que inundaron la noche de tristeza. Borré rastros y volví a aparecer.
Me senté junto a él y lo miré. Se perdió en mis ojos
y me perdí en los suyos entendiendo que él sabía.
Le pedí perdón por mi impotencia de sonreír frente a su alegría.
Me entendió y me volvió a mirar.

Lo abracé. Me abrazó. Pausa. Me abrazó y lo abracé. Pausa.

Me alejé, y caminé sin mirar atrás.
Permití que una lágrima se adueñara de mi dolor y
dejé que dos miradas se distancien para siempre…

domingo, 6 de julio de 2008

aire


Fue una pausa casi infinita y placentera.
Tomé un suspiro y esperé. Esperé a que todo permanezca igual, que nada se mueva, que cada detalle se mantenga.
Respiré profundamente queriendo tomar más aire del que me pertenecía en ese instante. Esperé y empecé a dejar que mi cuerpo descanse.
Me quedé ahí, en ese enlace entre mis sentimientos y yo.
Seguí cada rincón por donde estaba pasando el aire. Pude sentirlo. Quise soltarme, flotar, dejar que el viento me sostenga por un momento, descansar, flotar y dejarme ir.
Quise que seamos solo vos y yo. Quise tantas cosas en tan solo un instante que no alcanzaron los segundos para convencerte.

Ahí, fue cuando comenzaste a andar rápido nuevamente, a escaparte sin motivo. Empecé a perderte una vez más. Y volvimos a ser parte de lo que fuimos siempre.
Hoy, te dejo ir, pero mañana quizás, vuelva a comenzar la búsqueda de las huellas de ese instante en donde alguna vez fuimos solo vos y yo.